lunes, 19 de abril de 2010

¡Salvemos al marsupilami!

Era un bicho simpático. Una especie de mono con piel de leopardo y con una cola larguísima y, cuando se enfadaba, tenía una mala leche espantosa y arreaba unos zurriagazos que hacía temblar a los malos. A mí los animales justicieros me han gustado siempre. Y los no justicieros también. Y como soy bíblico y cursi, me gusta eso que dijeron a los primeros seres humanos: "enseñorearos de todo lo creado". Ya no se habla así. Y es una pena. Y eso de enseñorearse incluía a todos los bichos, toros incluidos (aunque creo que los de lidia no existían todavía…) y el verbo excluía hacer el bestia con los animales. O eso creo.

A mí los toros me gustan mucho. Y, como me gustan, me desagradan las reuniones de parroquianos donde los apiolan sin ninguna misericordia. Cualquier reunión. Llámense como se llamen. O sea, no me gustan las corridas de toros. Y debo reconocer que me faltan datos, porque no he estado en la plaza en mi vida. Y a no ser que el maestro Nacho García Campos se arme de paciencia y argumentos y me lleve a ver a José Tomás a Barcelona, creo que moriré sin ver una. E iré para confirmar lo que creo: que es una fiesta sangrienta. Nacho, ¡tú mismo!

Es el nuestro un país de costumbres atávicas. Hemos mejorado, porque antes en no sé qué pueblo los mozos y las mozas tiraban de una oca convenientemente amarrada del gaznate hasta que le separaban la cabeza del cuello; y en otro lugar tiraban una cabra del campanario y se descojonaban (la cabra y los presentes). Parece que ahora lo han prohibido, en aras de poner límite a la bestialidad humana, que cuando la dejas suelta, es ilimitada. Y en ese punto, a mí los defensores de los animales me molan. No los llamados progresistas que con la mano derecha salvan a los toros mientras con la izquierda aprietan el botón de triturar seres humanos (o lo que sean, de acuerdo con la ínclita y nunca bien ponderada Aído). Ni aquellos nacionalistas que quieren prohibir corridas porque les suena español, en un alarde táctico (uno más) para el objetivo estratégico de odiar lo español para ensalzar lo catalán. Y separarse.

Con el permiso de ustedes y si la autoridad lo permite, haré un quiebro y diré lo que quiero decir: ¿Cómo es posible que el ser humano sea tan piadoso con los animales y tan bestialmente descarnado con el ser humano? ¿Cómo es posible que en un país civilizado y avanzado, la solución considerada más progresista sea la eliminación del problema? ¿Hasta cuándo tendremos que soportar a personas que consideran al ser humano una puñetera mercancía de quita y pon? ¿Cuándo nos pondremos las pilas para establecer una red social ESTATAL - ¡oh dioses! - de apoyo a la mujer embarazada para darle alternativas diferentes que la de matar a su hijo? Recuerdo al hipotético lector que hay redes de protección para casi todos los colectivos desfavorecidos. Para casi todos, porque los existentes para mujeres embarazadas son directamente antesalas de la carnicería.

Y ya sé, porque no soy gilipollas, que las que se quedan embarazadas y tienen que pasar por el aro son, como siempre, las pobres. O sea, la inmigrante ilegal aterrorizada por el riesgo de que la deporten, o la niña del McDonalds que patinó con el de ojos azules y que éste (machote) le ha dicho que verdes las han segado y se encuentra con un bombo a los 16 y no tiene ni puta idea de qué hacer. O la violada. O la desgraciada que vive en cualquier barrio marginal de este sanguinario país. Porque cuando esto le pasa a la duquesa de Kent, ésa sí sabe qué hacer. Y hará lo que sea, pero no puede alegar indefensión. Pero a éstas, de facto, sólo se les ofrece una alternativa: el aborto. Cuatro criminales se reparten el pastel. Y el Estado, que debe defender a sus ciudadanos, mira para otro lado, huyendo como una rata de sus responsabilidades. ¡Tan avanzados para unas cosas y tan primitivos para otras!

La maquinaria está perfectamente engrasada. Y funciona con precisión suiza. Es un negocio brutal.

El negocio con el que Europa toca fondo.

¡Qué coño! ¡Son solo seres humanos!

¡Salvemos al marsupilami!

4 comentarios:

  1. Haberlas hailas, hay alternativas y muchas. Muy bien organizadas, por gente muy buena y muy trabajadora que no sale en los medios de comunicación,o bien porque no saben cómo salir o porque no les invitan más que para ponerles verdes. Hay gente que acoge a las madres durante dos años-el embarazo y el primer año de vida del niño-, le buscan trabajo, les dan comida, alojamiento, y cuidados para el niño. Le enseñan a cuidarlo, le enseñan a quererlo y los sacan adelante. Hay alternativas. Pero no son lucrativas

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  2. Sé que el artículo a pesar de todo, no va de toros, pero no puedo reprimirme:
    “me desagradan las reuniones de parroquianos donde los apiolan sin ninguna misericordia. Cualquier reunión. Llámense como se llamen. O sea, no me gustan las corridas de toros”

    Misericordia (DRAE).
    (Del lat. misericordĭa).
    1. f. Virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los trabajos y miserias ajenos.
    2. f. Pieza en los asientos de los coros de las iglesias para descansar disimuladamente, medio sentado sobre ella, cuando se debe estar en pie.
    3. f. Puñal con que solían ir armados los caballeros de la Edad Media para dar el golpe de gracia al enemigo.
    4. f. Rel. Atributo de Dios, en cuya virtud perdona los pecados y miserias de sus criaturas.
    5. f. p. us. Porción pequeña de alguna cosa, como la que suele darse de caridad o limosna.

    Desechando las acepciones que no tienen que ver con la intención del autor, puesto que jamás he visto res alguna sentarse en los asientos de una iglesia, ni portando puñal en las pezuñas de los cuartos delanteros, ni pidiendo limosna… Y aunque algunos toros (Baal) ancestralmente eran considerados como dioses, no se caracterizaban por su benevolencia y magnanimidad.

    Nos quedamos pues con la primera, que tiene que ver con la virtud, que NO tendríamos los asistentes a las corridas de toros, al no compadecernos por los “trabajos y miserias” que sufriría el astado durante la lidia.

    No discrepo. Como taurino ( o casi), admito que no siento tal tendencia a la compasión por un bicho, que tampoco la merece. Antes al contrario, NADA DE PENA, siento admiración, respeto y reconocimiento (por lo general, no siempre...) por el animal que entrega la vida por la simple, pero ELEVADA consecución de arrancar algo de arte en su sacrificio. Ahí es nada.

    ¿Puede decir eso algún otro ser vivo criado por el hombre?, ningún otro animal íntimamente relacionado con el ser humano conserva su naturaleza salvaje en su crianza para preservar sus condiciones. Ningún otro, tiene oportunidad de luchar de tú a tú contra su verdugo. Ningún otro es aplaudido, NO COMPADECIDO, en su muerte. A ningún otro se le colma de honores si ha sido digno rival. Ningún otro goza de la mínima oportunidad de indulto...

    Otra cosa. Si Carlos acabara en un coso taurino, ni que José Tomás fuera el diestro, ni que fuera San Isidro en las Ventas, ni que fuera del brazo de Nacho García, se libraría de ver una fiesta sangrienta. Porque las corridas son sangrientas. Ir a la plaza con la actitud de “aquí vengo yo, a que me convenzan”, sin poner de su parte… es como llevarse a un ateo a Misa y pretender que se convierta al primer sermón.

    Pero bueno Nacho, si asi lo quisiera… Al toro por las astas y al hombre por la palabra…Hay que dar estocada por cornada, recoger el envite. Y aunque me da que este toro no tiene un pase, nunca hay que dar la larga cambiada por respuesta, pese a que entrar a ese trapo sin escurrir el bulto, pudiera tener como seguro resultado una tremenda espantada del aficionado en ciernes, y en vez de hacerle un favor, hacerle una buena faena, con riesgo incluso de acabar en el hule antes de llegar a las mulillas…

    Pero no seré yo quién quite el moño a nadie, y si no se pinchara en hueso y por un casual le gustase el espectáculo, convendría no dormirse en la suerte y probar más puyas. En fin, ¡Qué Dios reparta suerte! Que más cornadas da el hambre…

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  3. Se me ocurren redes mixtas público - privado de apoyo / orientación. Joder, ¡qué genio! ¡Ah, pero si está inventado! Es que no les sale de las narices evaluar otras alternativas...

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  4. Me quejo, puesto que nobleza obliga:
    En la España que manda Zapatero,
    mujer embaraza… vales cero.
    Si te hacen sin querer, una barriga,

    ya puedes ir derecha al carnicero,
    que prensa, tele y radio te atosiga,
    Bibiana casi, casi que te obliga,
    y si abortas, ninguno pondrá un pero…

    Eso sí, …si atropellaras a un gato,
    o te fueras a ver una corrida,
    o vas a practicar el tiro al pato,

    o hay piel de cocodrilo en tu zapato,
    escucharás la frase socorrida:
    “Salvaje, ¡Eso un asesinato!”

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