jueves, 29 de abril de 2010

Mouriño

Piojoso, liendroso, potroso, enano, tripasdehule, hocicotordo, morroputa, mugroso, borracho, teatrero, cobarde, mojón, cabrón, pelotudo, payaso sudaleches, barriobajero, corrupto, papanatas, zumallo, zamarro, bribón, canalla, chuloplayas, mangurrino, pavón, cenutrio, cabezón, rencoroso, canalla, boludo, trucho, comemierda, soplagaitas, mamarracho, tontolaba, pendejo, tragasopas, villano, arrugado, traidor, tarado, pinche, baboso, cierrabares, bocabuzón, sinvergüenza, bilioso, mafioso, vuelcapupitres, pulgoso, fistro, pecador de la pradera, sinsorgas, fangoso, bocarratón, cateto, hipotenuso, pesao, obtuso, tragasables, malo, paquete, correveidile, chivato, bufón, cazurro, amargado, cretino, homologable, soso, cutre, violetero, perfumao, fumeta, paleto, pringao, hortera, cantón, haragán, borde, pocagracia, atontao, grifoso, mentecato, miserable, , moñas, palurdo, negrero, panoli, pelandusco, botarate, pesetero, pregonao, jartosopas, pijorroncho, abrazafarolas, pirado, porrero, almendrao, malabotonao, puñetero, ratero, roñoso, sabandija, sarnoso, soplaflautas, sopladordevidrio, tarugo, borde, tocapelotas, revientabaúles, torpe, vividor, vivales, zángano, tanguero, tahurdelmississipi, zopenco, merengón, zorronazo, vulgar, acojonao, ajqueroso, dictador, marimandón, basura, berzotas, bobo, apergaminao, broncas, cagao, calzonazos, ceporro, chorizo, desgraciado, cagamandurrias, descerebrado, hijodemilpadres, desubicado, bolero, pegacromos, engañabobos, filibustero, envenenasuegras, estafador, provocador, escocío, farsante, gángster, frustrado, patasgallo, delincuente, gañán, perillán, granuja, greñoso, guarrindongo, huevón, ignorante, tragalitronas, caraleches, colgao, sacamuelas, mentecato, mantecao, vivalavirgen, marsupilami, enano, gorilón, patoso, iluminao, pavo, vil, alpargatero, tacaño, negado, concentraodeuva, calimero, rijoso, poliasqueroso, megasudao, culibajo, cuellicorto, tuerto, atabacao, friki, indocumentado, robaculero, soberbio, alucinado, cizañero, marmota, vago, carroñero, botarate, tapia, leño, ordeñacabras, enjabonao, botijo, candelabro, parao, pulloso, caraculo, suplicao, vidrioso, lombriz, pastoso, atontolinao, taponado, cuentista, fantasioso, macarra, asaltaviejas, ratero, apandador, golfo, mindundi, gangosomental, zurrón, pelao, salido, mantero, abusón, binguero, buscón, secretariodeestado, creído, ganso, morralla, rufián, estreñido, quinqui, carcamal, besugo, empotrao, milonguero, blasonao, bergantín, pirata, triposo, panzudo, follonero, plúmbeo, chamarilero, alfeñique, petardo, pandillero, gusano, .enajenao, prescindible, mendrugo, chupacabras, versero, regadera, fantasmón, empanado, pijo, chaquetero, metepatas, bocazas, chorra, trolero, chupatintas, amañao, segundón, descontrolado, chupóptero, bluf, tocino, capuma, enchufado, culiprieto y tramposo.

Y si, un gran entrenador.

Eso sin duda.

domingo, 25 de abril de 2010

¡Volando voy, volando vengo!

Magma. Acumulación. Presión. Estallido... Un montón de piedras, agua y cenizas (¿a qué cacho de guijarros le llamarán cenizas?) por el aire y todo se ha ido a tomar el viento, nunca mejor dicho. O sea, Europa entera se ha paralizado porque a un puñetero volcán de una puñetera isla le ha dado por saludar un poquito y decir ¡hola, que estoy aquí! Uno de los miles que hay en el mundo. No quiero ni pensar lo que pasará el día que se junten dos amiguetes de piedra con ganas de juerga y decidan comunicarse a base de erupciones. Ese día apaga y vámonos con Al Gore a celebrar que el calentamiento global (y sí, la importantísima y trascendente vida humana) se ha acabado. O sea, el calentamiento, el enfriamiento y la tibieza. Y nos vendrá de perlas recordar que este planeta, cada "n" millones de años, envía a todos sus habitantes a la tumba para que las generaciones futuras puedan tener petróleo barato. Así que, partiendo de esa premisa, vivo tranquilo sabiendo que una ligerísima variación térmica en el sol puede suponer que acabemos todos como las langostas inglesas de Lloret o las alemanas de Mallorca. O sea, quemados hasta el tuétano.

Y si. De un plumazo se han pospuesto las reuniones fundamentales para definir ese peazo de fusión, esa cacho de comida en París para evaluar la posibilidad de crear un subcomité del comité que evalúe las oportunidades de las derivadas de las pre-conclusiones del informe plurianual de la reflexión de la incorporación de Turquía al arco mediterráneo inferior y suma y sigue. Y miles de paletos vestidos de Armani han colapsado las salas VIP de los aeropuertos gritando a sus secretarias - ¡por el amor de Dios, Conchi, consíguemelo! ¡Hazlo, que para eso te pago! ¡Sácame de aquí! ¡Arráncalo, Carlos, arráncalo! Y la Conchi – y muchas otras – habrán pensado que sí, que ahora a las seis se va a ver Gran Hermano Bis El Retorno Glam de las Mentes Maravillosas y que a su jefe le vayan dando mucha morcilla allí donde esté. Y que se joda en ese hotel de cinco estrellas con el salmón fumé y la madre que le parió. Ya lo sé. Ya sé que a mucha gente normal y corriente – gente pata negra – el volcán también se le ha llevado por delante trabajo, ilusiones, vacaciones y reencuentros. O sea, cosas muy serias. Pero la vida es así. Uno planea al milímetro, traza una línea recta como la del pantalón del traje de Mario Conde y llega la vida y pega un hachazo que envía el plan y todo lo que habíamos soñado al garete.

Vivimos en un mundo esclavo de la ciencia. Y todos, como si fuéramos tontos del culo, asentimos y decimos que sí, claro, que si el Comité Central de Listos de las Cenizas Aéreas lo dice, será por algo. Y lo mismo con la famosísima gripe A. Nos contaron una bola fastuosa – yo me la tragué hasta el fondo -, la Trini se gasto un huevo de pato en vacunas – a pesar de que había ya datos contrastados de su levedad en América Latina -, y ahí están, 11 millones de dosis en el despacho de Trinidad Jiménez esperando que alguien mire para otro lado y pueda tirarlas al contenedor de "metedura de patas", que es el de color rojo con la rosa y el puño. Al ladito del marrón de basura orgánica. Por si la ministra decide hacer un dos por uno y reciclarse ella en Bibiana Aído.

Hemos montado un tinglado en el que lo que mola es vivir aterrorizados. Por una razón muy simple: la gente con miedo es fácilmente manipulable. Y cuando no es el volcán y las peligrosísimas cenizas, es la gripe A y su similitud con la del 18, o no fume (yo durante años fumé en los aviones, con gravísimo peligro para el vuelo, según me cuentan ahora – tócate las narices, pelusín!), no beba, no se mueva mucho, sea mediterráneo, abandone el txoko, protéjase de todo y así vivirá fatal, pero un montón de años. ¡Hasta los viejos ya no se mueren de viejos, si no de enfermedades normales y corrientes! Y uno escucha aterrorizado: murió de un infarto y como tenía 102 años, no lo superó. ¡que no, coño, que se murió de viejo!

Creo que vivimos engañados. Y lo peor, esclavos de cosas que no entendemos. Nos fiamos de una peña que ha decidido, cada pocos meses, contarnos una milonga global. Y nosotros, en vez de decir que sí, que se vayan a la mierda, que aquí me quedo tomando el vermú (no bebas) con un puro (no fumes), bajo el sol de Menorca (tápate) con mi churri (protégete), corremos a pedir una coca cola zero, comer un caramelo sin azúcar (¡!) bajo una triste sombrilla y a hacernos análisis por si la parienta ha tenido un desliz.

Y claro, el hombre acojonado es menos hombre. En todos los sentidos, pero sobre todo en uno: es menos libre.

Lo dijo un santo: ¡ama y haz lo que quieras!

Pues eso.

lunes, 19 de abril de 2010

¡Salvemos al marsupilami!

Era un bicho simpático. Una especie de mono con piel de leopardo y con una cola larguísima y, cuando se enfadaba, tenía una mala leche espantosa y arreaba unos zurriagazos que hacía temblar a los malos. A mí los animales justicieros me han gustado siempre. Y los no justicieros también. Y como soy bíblico y cursi, me gusta eso que dijeron a los primeros seres humanos: "enseñorearos de todo lo creado". Ya no se habla así. Y es una pena. Y eso de enseñorearse incluía a todos los bichos, toros incluidos (aunque creo que los de lidia no existían todavía…) y el verbo excluía hacer el bestia con los animales. O eso creo.

A mí los toros me gustan mucho. Y, como me gustan, me desagradan las reuniones de parroquianos donde los apiolan sin ninguna misericordia. Cualquier reunión. Llámense como se llamen. O sea, no me gustan las corridas de toros. Y debo reconocer que me faltan datos, porque no he estado en la plaza en mi vida. Y a no ser que el maestro Nacho García Campos se arme de paciencia y argumentos y me lleve a ver a José Tomás a Barcelona, creo que moriré sin ver una. E iré para confirmar lo que creo: que es una fiesta sangrienta. Nacho, ¡tú mismo!

Es el nuestro un país de costumbres atávicas. Hemos mejorado, porque antes en no sé qué pueblo los mozos y las mozas tiraban de una oca convenientemente amarrada del gaznate hasta que le separaban la cabeza del cuello; y en otro lugar tiraban una cabra del campanario y se descojonaban (la cabra y los presentes). Parece que ahora lo han prohibido, en aras de poner límite a la bestialidad humana, que cuando la dejas suelta, es ilimitada. Y en ese punto, a mí los defensores de los animales me molan. No los llamados progresistas que con la mano derecha salvan a los toros mientras con la izquierda aprietan el botón de triturar seres humanos (o lo que sean, de acuerdo con la ínclita y nunca bien ponderada Aído). Ni aquellos nacionalistas que quieren prohibir corridas porque les suena español, en un alarde táctico (uno más) para el objetivo estratégico de odiar lo español para ensalzar lo catalán. Y separarse.

Con el permiso de ustedes y si la autoridad lo permite, haré un quiebro y diré lo que quiero decir: ¿Cómo es posible que el ser humano sea tan piadoso con los animales y tan bestialmente descarnado con el ser humano? ¿Cómo es posible que en un país civilizado y avanzado, la solución considerada más progresista sea la eliminación del problema? ¿Hasta cuándo tendremos que soportar a personas que consideran al ser humano una puñetera mercancía de quita y pon? ¿Cuándo nos pondremos las pilas para establecer una red social ESTATAL - ¡oh dioses! - de apoyo a la mujer embarazada para darle alternativas diferentes que la de matar a su hijo? Recuerdo al hipotético lector que hay redes de protección para casi todos los colectivos desfavorecidos. Para casi todos, porque los existentes para mujeres embarazadas son directamente antesalas de la carnicería.

Y ya sé, porque no soy gilipollas, que las que se quedan embarazadas y tienen que pasar por el aro son, como siempre, las pobres. O sea, la inmigrante ilegal aterrorizada por el riesgo de que la deporten, o la niña del McDonalds que patinó con el de ojos azules y que éste (machote) le ha dicho que verdes las han segado y se encuentra con un bombo a los 16 y no tiene ni puta idea de qué hacer. O la violada. O la desgraciada que vive en cualquier barrio marginal de este sanguinario país. Porque cuando esto le pasa a la duquesa de Kent, ésa sí sabe qué hacer. Y hará lo que sea, pero no puede alegar indefensión. Pero a éstas, de facto, sólo se les ofrece una alternativa: el aborto. Cuatro criminales se reparten el pastel. Y el Estado, que debe defender a sus ciudadanos, mira para otro lado, huyendo como una rata de sus responsabilidades. ¡Tan avanzados para unas cosas y tan primitivos para otras!

La maquinaria está perfectamente engrasada. Y funciona con precisión suiza. Es un negocio brutal.

El negocio con el que Europa toca fondo.

¡Qué coño! ¡Son solo seres humanos!

¡Salvemos al marsupilami!

jueves, 1 de abril de 2010

Elena

Sé que cuando lo lea se agarrará un cabreo tremebundo y me enviará a freír espárragos a Antequera o a tomar el viento a Segovia. Lo sé porque nos conocemos muy bien y nos queremos un mundo. Nos conocemos muy bien porque yo empecé a cogerla en brazos cuando ella era una niña de pocos años y así me pasé – junto a mis diez hermanos – toda mi adolescencia, la carrera universitaria y seguimos después, cuando nos hicimos mayores, hasta que apareció de repente un maromo de El Ferrol y puso orden, dijo que basta de elevar a su mujer, que esas cosas las tienen que hacer los maridos. Y hasta ahora.

Elena no puede andar. Un virus cabrón la dejó en silla de ruedas cuando era niña. No tengo – ni yo ni nadie – lo que hay que tener para llamarla minusválida porque mientras la peña andaba mirándola con esa típica cara entre compungida y compasiva en su silla – pobrecica ella, decían los tontos -, la tía aprovechó para rodearse de amigos de esos que no te los quitas ni con espátula, sacarse la carrera de medicina – con dos largas estancias en la clínica por heridas de guerra - y se hizo mayor en Madrid, viviendo sola en un piso de Cuatro Caminos pidiendo a los camellos paquistaníes de la Glorieta que le hicieran el favor de ayudarla a subir y bajar las aceras, y trabajando en un centro médico de la Gran Vía con infecciosos – o sea, enfermos de SIDA y otras lindezas. O sea, lo que hace la gente normal (me descuajeringo de risa). Y un día, llegó un tío que se viste por los pies, gallego él, experto en documentos oficiales y músicas oficiosas y raras, y la llevó al altar. Y ahí anda, de madre total, con dos críos gordos como tocinillos que da gloria verlos. Y un marido que – el tío le llama papá y mamá a mis padres - es un hermano más.

Y sí. Al hilo de esto podría hablar del sufrimiento llevado con un par de narices, o de la unión familiar, o de unos padres a los que nunca oí ni yo ni nadie el menor atisbo de queja, si no todo lo contrario. Pero no. No me da la gana. Porque todo eso iba en el sueldo de la vida. En las cartas que te reparten. Y aquí sí, esas cartas se pueden jugar de muchas maneras. Y lo diré porque es la puñetera verdad: se jugaron de forma extraordinaria por todos los que estaban sentados a la mesa, que eran multitud. Y cada día se sentaban más y no había manera de que la mano bajase de escalera real. Y creo que nos acostumbramos a ganar siempre. Y sin poner cara de póker, subíamos cada apuesta y nos la llevábamos. Y claro, aquello era una fiesta sin fin. Y sigue siéndolo.

Y eso te cambia la perspectiva. Y empiezas a verlo todo, como dijo un santo, "con una nueva claridad". Y en esa claridad uno descubre que sí, que hay gente que sufre cantidad y con problemas muy serios. Y otra que vive de película pero que se arrastra por la vida poniendo cara de pena y con una especie de lamento continuo y maldiciendo su suerte, como si hubiese una conspiración interestelar para joderles y como si la suerte tuviese algo que ver con la vida. Reconozco que no los soporto. Porque sé que es mentira. Sin más. Porque conozco gente que sufre y ha sufrido de verdad y de forma heroica y la ves coger su mochila todos los días y tirar montaña arriba con una sonrisa. Y cuando se estozolan, se levantan, se curan las heridas y siguen subiendo. Con más cicatrices y esa sorprendente e indescifrable sonrisa. Y a veces pienso, ¿y éste por qué coño sonríe con la que le está cayendo? Y como no sé qué contestarme, me limito a admirarles. Y a utilizarles como argumento para decir que, de entre todos los escaladores, hay una que coronó los 8848 del Everest de la vida y que ahí anda, la cabrita de ella, acompañada de otro escalador, buscando otros picos que conquistar. Con un par de narices.

Porque las cosas habrá que decirlas.

Aunque te fastidien Helen.

No me llames.

¡Ni de coña!