domingo, 16 de junio de 2013

España y la ignorancia “semos asín”, señora

El español grita. Eso lo sabe cualquiera que haya hablado alguna vez con un español. No es algo que no se produzca en otras naciones – italianos o griegos también berrean lo suyo -, pero en la española muy a menudo se utiliza como argumento fundamental. O sea, si gritas, tienes razón. Y si gritas mucho, es que tienes mucha razón. Y así, el contrario – de voz más finita, civilizado o simplemente inteligente – se suele achantar ante la capacidad de grito de su congénere español, que mide en decibelios su capacidad de raciocinio y argumentación. Por eso, todo programa de televisión consistente en reunir españoles alrededor de una mesa y ponerlos a gritar, con un moderador que aún grite más, es un éxito seguro. Aunque sea para gritar los nombres del listín telefónico, el programa triunfará. Porque al español le apasiona tanto gritar como ver gritar. Es algo que cualquier español lleva en los genes.

Además – eso está demostrado empíricamente – cuanto menos sabe de algo, más grita. O sea, un analfabeto, en presencia de alguien que sepa de algo, tenderá a elevar el tono de voz en proporción inversa a su conocimiento del tema y directa al conocimiento que sobre el mismo pueda tener su interlocutor, que pasará a adversario en cuanto abra la boca. El tema es, más o menos, como sigue. Tú, licenciado en física por la UAB e investigador en el Massachusetts Institute of Technology durante cinco años y casado en primeras nupcias con una astrofísica con diez años de experiencia en el Instituto Max Planck sales a cenar con una amiga de tu mujer y su marido, administrativo de facturación de El Corte Inglés (sea dicho con el mayor de los respetos). Con un par de copazos de vino, el consorte de tu amiga se interesa por tu trabajo. Tú disimulas y hablas de fútbol, pero el tipo insiste y acabáis hablando de Einstein, del que vio un reportaje en la 2. Tú intentas huir sacando el tema de El Corte Inglés pero la conversación amenaza desastre porque el tipo, que se ha calzado ya botella y cuarto de tinto, empieza a desbarrar voz en grito sobre la teoría de la relatividad, los judíos y la bomba atómica. Con el fin de zanjar el asunto, le sueltas un rollo sobre la teoría de la relatividad general. El, con ojos vidriosos, sin entender ni palabra ni importarle un huevo, contesta lo que contesta todo ser humano español y gilipollas cuando está acorralado: bueno, vale, pero todo eso es opinable.

Con dos cojones. Porque esa es otra característica hispánica diferencial: aquí todo lo que se ignora profundamente es opinable. Esté demostrado o no. Desde la teoría de la gravitación universal, pasando por el área del círculo , o la existencia de Minnesota, todo es opinable. Por eso los debates en España o no concluyen nunca o acaban a leches. Esto es tan así que hasta una televisión pública ha impuesto un modelo de debate en el que al español se le deja hablar 59 segundos con la vana esperanza de que, ya que no argumenta, que tampoco insulte. A veces lo consiguen.

Con lo que se suma a una ignorancia oceánica y al clásico orgullo español, una especie de relativización del saber en el que todo cabe, y sobre todo, cabe la opinión infundada, el aullido argumental y la conclusión de garrote y bastonazo. Eso sí, como pongas en duda el milagro de Calanda o la honradez de Santiago Carrillo, te crujen los unos o te fusilan los otros.

Y así vamos tirando p´alante.

O p´atrás.

O lo que sea que hagamos.

6 comentarios:

  1. Felicidades!

    Muchas felicidades!

    Es Asi.

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  2. Gracias, me he reído mucho... Es divertido procedermde una familia, ummm entusiasta, vamos a decir, y aterrizar en otra en la que no se discute. Cuando tu suegra dice "Y basta." , tú ibas sóll calentando motores.

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  3. España tiene, después de Japón (no me preguntes por qué) el mayor nivel de polución por ruido del mundo.

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  4. Muy buena entrada, me he reído mucho, pero ... ESTO ES OPINABLE !!!!! ;-)

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  5. ¡¡¡Que buena entrada, amigo!!!
    Mordaz a tope, pero diciendo verdades como puños.
    He cenado alguna vez con el de los ojos vidriosos y yo me lo tomo a cachondeo, pero mi marido lo lleva fatal. :P
    Besazo

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