La gente ya no se muere. Ahora la peña traspasa, se va, nos deja, se energetiza en un plano diferente, pasa a un estadio liviano de conciencia o se diluye en el éter originario de la creación. Pero lo que es palmar, infinitivo del verbo espicharla, no palma nadie. La demostración de lo que digo está en la sección de esquelas de cualquier periódico. Así, uno se entera de que "Filemón Azúa de la Roca Solana (alias Pepete el Jodido) traspasó a una vida diferente (o al negro abismo de la nada) rodeado del recuerdo y la energía positiva de los suyos, de la tristeza de su pareja hembra y de la desolación de la chica de servicio". Y encima del nombre del pobre desgraciado plantan una imagen de Bambi rodeado de hojas de laurel y orquídeas, para que conste que, si tuvo cuernos, los tuvo pequeñitos y que amó a la naturaleza, se supone. Y lo entierran, porque los traspasados siguen oliendo fatal, y ahí se queda archivado en el cajón 769 del cementerio de Toledo y con la peor foto que le sacaron en vida (o en eso que haya tenido) para que se note que, si en vida fue feo de cojones, esa fealdad quedará inmortalizada para siempre. Bueno, hasta que su santa deje de pagar y lo hermanen para los restos (nunca mejor dicho) con los pobres en la bonita y acogedora fosa común. En un par de millones de años, petróleo, Filemón. Grande Filemón. Mirando al infinito con cara de gilipollas desde tu nicho. Descansa si puedes, chaval.
Eso de las esquelas pastelosas pasa en la mayoría de los diarios, excepto en el ABC, donde te clavan una cruz muy negra quieras o no, y te llaman muy de "usted" y "don", aunque hayas sido un mindundi y un medio mierda toda tu vida. El ABC te convierte en muerto de orden, en muerto católico, en muerto de cielo, en muerto contundente. Entran hasta ganas de morirse para que te rediman en el ABC. Como Dios manda.
Pero salvando esas negras y tradicionales excepciones, las esquelas son mondongas y cursis de cojones. Pues bien, siendo como son, lo de los obituarios es muchísimo peor. Porque si te "obitúa" un amigo de verdad, pues bueno, mentirá como un cabrón pero al final dirá que fuiste una buena persona y que probablemente estarás en el cielo, aunque realmente no tiene ni puta idea. Pero lo intentará. Y dirá que Dios te habrá perdonado y se portará como un amigo porque al muerto hay que enviarlo al cielo, que para eso está muerto y para enviarlo a un sitio que puede ser como Cuenca, mejor no escribir ni obituar nada. Pero como el obituario te lo escriba un admirador progre, date por jodido de verdad. Primero porque no leerás la palabra muerte: dirá que estás flotando entre tules o arropado por los vapores de la energía, y que el olor a podrido que sale de tu tumba es tan solo el resto pútrido del karma. Estamos en un país tan acojonantemente católico que incluso los que odian a la Iglesia, los apóstatas y los progres hacen unos recordatorios del difunto que ríete tú de las homilías homenaje de los curas de pueblo. Uno las lee y excepto la palabra Dios, están toditas las de las Bienaventuranzas glosando la vida ejemplar de un tipo que ha podido ser un auténtico hijo de puta. Pero bueno, una vez muerto, todo el mundo (excepto Franco, que ese sí que era malo, y no Lenin o Stalin) es redimible. Pues bien, si miran ustedes en detalle esas loas comprobarán lo que digo: parece que no haya cadáver. Y eso da mucho peor rollo que hablar de un muerto.
Y todo esto no es sino un síntoma más de esta sociedad amodorrada donde lo feo se esconde, al enfermo se le arrincona o se le eutanasia, al viejo se le abandona sin que se vea y al pobre se le mete en ghettos para que no moleste y podamos seguir viviendo en los mundos de Yupi hasta que llegue la hora de traspasar y aterrizar en el país de las chuches eternas. En vez de morirse como Dios manda, rodeado de la gente que te quiere, poniendo un epílogo adecuado a una vida vivida, con las creencias que se quiera, pero una vida vivida. Y no como esas vidas que, a fuerza de eludir lo feo, parecen un slalom gigante para evitar la misma vida.
Yo, por mi parte, intuyo que lo de morirse no es para tanto, porque en 100 años estaremos los 6000 millones actuales criando malvas pero aun así, no quiero dejar mi muerte en manos de cualquier gilipollas acursilado que pase por ahí, así que anticipo que quiero que en mi esquela ponga: "vivió y murió en el seno de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, procurando hacer el bien, confortado con los Santos Sacramentos y la Bendición Apostólica. Rogamos oraciones por su alma". Y como dejaré encargadas 500 misas por mi alma, si después de todo me condeno, es que he sido muy gilipolla y asaz malo.
Y el día de mi muerte quiero que se sirva jamón ibérico y tinto.
Y que sobre mi féretro se ponga la bandera de San Quirico, la de España y la del Barça.
Y que no me obitúe ningún cursi.
Y que no se recite "Coplas al traspaso de mi padre".
O bajaré.