Ya, ya. Pobrecico mío. Es que le pilló la época del francés y entre ser diputado por León, y el baloncesto, y las niñas góticas y la esposa doricojónica no tuvo tiempo – ¡por Dios bendito! – de escaparse unos días a Irlanda a aprender ese idioma imperialista (y yankee) que hablan algunos miles de millones de individuos. Entre ellos, todos los que son o quieren ser algo en la vida. Es natural. Lo raro sería que un Presidente de Gobierno español hablase el idioma inglés. Exceptúo de esta afirmación a D. Leopoldo Calvo-Sotelo y Bustelo, que tenía la cuna y educación que tenía y, además, la educación que se procuró. Pero quitando a la peña dirigente de clase alta, al resto no los podemos enviar al extranjero sin el riesgo de que protagonicen momentos ridículos que harían sonrojar al país entero, si no fuera porque este país - que tan poco se quiere a sí mismo - no se sonroja ni cuando mendigamos una sonrisa a Obama o una puñetera silla en el G-8, G-20 ó G-1000.
Cierto es que Suárez y González cantaban menos, con ese rollo de la transición y el cambio, y ese careto de estadistas que traían puesto y ese "saber callarse" en la escena internacional donde, por cierto, nuestro peso era, como en la actualidad, irrisorio. Pero una vez se ha acabado el asunto de "transitar" y ha habido que coger el toro por los cuernos y presentarnos en la escena política internacional de primera división y jugar allí, nos hemos dado cuenta de que – en comparación con los países que mandan – nuestros políticos son vergonzantes, cenutrios, sectarios, incultos, provincianos y más vagos que la chaqueta del responsable de calidad de servicio de Iberia. Vaya, gente de bajísimo nivel que no pasaría el primer filtro de selección en cualquier empresa. Una panda de mindundis. Por eso, supongo, se dedicaron y se dedican a la política.
Y así nos luce el pelo. Nuestros Presidentes son el reflejo fiel del país en el que vivimos. No es Zapatero. Es España la que contesta con una estúpida sonrisa "sólo en español" a los requerimientos de una periodista inglesa. Cosa que no ocurre en Cuenca, señores, sino enfrente del 10 de Downing Street. Y no es Aznar, si no España la que, con ridículo deje tejano, contesta a la prensa norteamericana: "¡estamos trabajando en ello!", como si se hubiese tragado toda el "agua de fuego" de la reserva de los sioux, si es que existen. Y es España, al fin y a la postre, la que con los pies encima de la mesa, o bailando danzas tradicionales africanas o hablando congoleño (¡hay que oír a Moratinos en pleno ataque epiléptico - lingüístico antes de morir!), es España, repito, la que hace un ridículo internacional del que sólo – y muy de vez en cuando - nos saca el Rey, que tiene la ventaja de que habla el inglés como el español. O sea, fatal. Pero con ese acento Borbón amodorrante e inconfundible (y parece que entendible) consigue templar las gaitas. Y así, utilizando al Monarca, este Gobierno deja, por lo menos, la arrastrada bandera española a media asta.
Tengo algún amigo político que no le gustará lo que digo y me acusará – con más razón que la madre de Leire Pajín - de meter en el mismo cesto a honrados y chorizos, a inútiles y eficaces, a ladrones y santos, a servidores y aprovechados. Lo sé. Pero es cuestión de estadísticas. De un tiempo a esta parte, soltamos por el mundo unos tíos analfabetos lingüísticos incapaces de relacionarse de tú a tú con sus pares. Gente poco seria. Otros más serios (¡quién me ha visto y quién me ve!) como Jordi Pujol se despachan en alemán, francés, catalán, castellano e inglés (este último con menos soltura, pero muy "apañadito") y claro, vendiendo Cataluña a quien en el mundo quiera oírle en el mismo idioma. Que alguno habrá. Vaya, le dan un par de años más, y aprende chino.
Pero lo de este inútil no tiene excusa. Es un ignorante. Uno más. Un Presidente del Gobierno que representa fielmente a un pueblo bastante ignorante también. Y cuando franqueado por Schroeder y Chirac pasea por el jardín de la Moncloa y les dice: "in the last time of the government, every day, all day, bonsais", yo no sé ustedes, pero a mí me pasa lo mismo que a Chirac: que repite "bonsáis", piensa que menudo paleto le han traído, se descuajeringa de risa y, en el fondo de su corazoncito francés se dice: "¡qué bien les hubiese ido a estos provincianos algunos siglos de ilustración!".
Y José Luis acelera el paso, a echarse en brazos de la intérprete.
Hay días en los que quisiera ser francés…
Mon dieu!
Estoy tan de acuerdo con tus palabras que no se que decir, mi pregunta es: Es esta casta política realmente la que nos merecemos?
ResponderEliminarHabremos hecho algo en otra vida, y es fruto de algun castigo divino, o por el contrario es porque no hemos hecho nada en esta vida y nos parece bien que el inglés lo estudien otros, y sigamos bañándonos en la ignorancia.
Por dios bendito, que deje de hacer el ridículo por el mundo adelante, y que aprenda a hablar inglés, de una puta vez!!!
Aunque bueno, para lo que queda en la moncloa, ya casi mejor que siga así, sonriendo cuando le hablan en inglés, sin saber que se estan riendo de él, y no con él.
Cordiales saludos
¿De verdad creéis que lo peor que tiene este "ejecutivo" es que no sabe expresarse en inglés/francés/español?... Yo modestamente creo que mejor así... Con que nosotros entendamos las memeces que largan, ya vale... si les llegasen a entender en Europa y allende... ese sí que sería un imparable ridículo espantoso... Dios no lo quiera.
ResponderEliminarApreciado Carlos, muchas gracias por este divertido "blog" en la línea de tu libro, que disfrute un buen rato. Y como comparto sentimientos, no me queda más que tender una fraternal mano a quien siente que "Hay días en los que quisiera ser francés…", y ofrecerte la más honrosa opción de hacerte catalán, que como sabes, aquí, el tema de las lenguas no nos da miedo, incluido el inglés, y si no que se lo pregunten a los Pujol, Mas, Maragall, Serra, ..... "a reveure". Edu, un buen amigo de Gloria.
ResponderEliminarCarlos, me conformaría con que hablaran medianamente bien el español y resolvieran de verdad nuestros problemas.
ResponderEliminarFíjate que bajo apunto con esta panda de indocumentados, abrazafarolas.
Lo de ser estadista internacional... jajaja que me parto de la risa.
No es broma lo que escribo en el soneto,
ResponderEliminarpues es serio el asunto que nos copa,
¡Hablamos del que preside en Europa,
Líder de los Urales al Aneto!
No debiera pasar por este aprieto,
pues su nuez no llega a tocar la ropa,
zozobra como perdiendo la popa,
tremuloso, tristón y circunspecto.
cada vez que el francés tiene que usar,
o en la lengua de shakespeare le preguntan,
se vuelve azul, como los de AVATAR,
de pronto empieza, a sudar y sudar,
el entrecejo y los ojos se le juntan,
y les dice: "Mi solo español hablar"
Estimado Tocayo:
ResponderEliminarHe leído con interés tu comentario y sólo estoy de acuerdo en parte. Es cierto que con el inglés de 'opening', que nos gasta el inoperante circunflejo, no pasaría el corte laboral ni de reponedor de Mercadona, pero no es menos cierto que jamás he oído expresarse en nuestra lengua a nadie del 10 Downing Street o a ningún inquilino de la casa Blanca. Bueno, en este último caso, sí, para tratar de ganarse a la concurrencia hispana de cara a las elecciones, pero su acento distaba mucho de ser semifluido. Así pues, ¿por qué someternos a los dictados de la lengua del imperio? ¿Hemos de perder todos los demás nuestra capacidad de expresarnos en nuestra propia lengua, en la que por supuesto somos mucho más precisos, confiriéndoles esa ventaja a los que tienen el inglés como lengua vernácula? ¿Acaso un dirigente español y uno polaco deben dirigirse la palabra en inglés malhablado por ambas partes o será mejor pagar los servicios de traductores como se ha hecho toda la vida de Dios para que nadie esté en desventaja y menos en asuntos en los que nos jugamos muchos cuartos?
Propongo que dejemos el inglés fluido para los miembros del ministerio de Asuntos Exteriores y exijamos a nuestros gobernantes, si no idiomas, al menos claridad de ideas y honradez. Con esas dos cualidades me conformaría.
Querido Carlos, cierto. Pero dignamente. El complejo hispanicus de no tener ni idea de inglés se muestra en situaciones curiosísimas (y alguna importante). Cierto es que ningún mandatario extranjero habla correctamente el español (en nuestra propia tierra es idioma prohibido)pero mi opinión es que es exigible un mínimo, si no de inglés, sí de de decoro. Y, evidentemente, prefiero un gobernante con ideas claras que uno con idiomas y caótico. Pero si, como es el caso, a la carencia de ideas se une un desconocimiento oceánico de idiomas, el resultado es catastrófico en lo interior y ridículo en lo exterior. Buenas noches, gracias por tu opinión y un abrazo!!
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