viernes, 25 de mayo de 2012

“Cloquetas”

Andabas marcando paquete, porque tú siempre fuiste así. Un tipo superior. Cutre power. Daba igual que algunos pijos de mierda de tu clase o ese par de empollones a los que tenías acojonados en el "insti" se rieran de ti por lo bajini cuando metías la gamba hablando -"el otro día ganemos al fúmbol"- o sacabas pecho ante ese par de chonis que, como eran tan paletas como tú –"cloquetas, pograma" – andaban encantadas con tu cresta del pájaro loco, tus tatuajes de amor de madre, tus piercings, tus pantalones que cortan la circulación o esa mierda de botas de imitación de serpiente que compraste a un buhonero tronado que perdía su vida por la marginalidad donde naciste y te criaste.

Y sí, pasaste mucho de esa mierda del estudio. Y no eres culpable, porque tus padres apenas tuvieron tiempo de educarte trabajando quince horas al día para que tú, pedazo de capullo, decidieras perpetuar su miseria. Y hermano, no tuviste ni la excusa de tener una familia desestructurada, ni que tu madre fuera puta a horas o tu padre un alcohólico con bate de beisbol. Nada de eso. Dos humildes trabajadores andaluces en una Cataluña rica que gastaron todas sus fuerzas en darte de comer y suplicarte – tu madre entre lágrimas, tu padre a gritos- que estudiaras, para poder labrarte un futuro mejor que el que tuvieron ellos. Lo que los padres normales y corrientes desean para sus hijos. Y que los hijos a veces escuchan y a veces no.

Incluso tuviste la potra de tener algún amigo de verdad – eso no pasa siempre – que te dijo y redijo y se cansó de decirte que corrigieras el tiro. Que el tunning, las tías, los porros, las copas y las peleas tienen fecha de caducidad. Y que la juventud pasa a toda leche. Y que para cuando la vida te da los primeros golpes, es bueno tener algo que te mantenga firme en el suelo. Algo más sólido que unas botas de serpiente sintéticas. Pero pasaste mucho de esa brasa. Que estudie su padre.

Y te pusiste a currar. De obrero de la construcción. Vaya, de paleta de toda la vida. Y pillaste la época en la que en España se construía al son de la desvergüenza de los bancos, de las promociones en terreno radioactivo, de la estupidez de las parejas de catre y piso, de la pasta que iba y venía para todo el mundo. Incluso para los paletas. Y te levantabas algunos miles de pavos al mes. Y como eras joven y tonto del culo, pensaste que la "barrecha", el colegueo, el curro del ladrillo – duro pero bien pagado - , el silbido y la grosería a la chorba desde el andamio y el vacile al capataz iban a ser eternos. Hasta que todo empezó a irse a tomar por culo. Y lo viste por la tele, cuando te estabas dando el filete con la Jessica. Un tipo con corbata llevando una caja con sus cuatro cosas saliendo de un edificio de Nueva York. Y algo así como Lehman Brothers en el titular. Pero no te enteraste ese día. Ni lo sospechaste, porque eres un analfabeto funcional.

Te lo dijeron un mes más tarde. Y ahí si lo pillaste a la primera: a la puta calle. Intentaste balbucear al capataz que no te hiciera eso, que justo el día anterior la Jessi había venido con una falta y, aunque te costó, al final dedujiste que estaba preñada. Pero al capataz, tú, la Jessi y la madre que te parió se la sudaba mucho. Tú eras español y caro. Y hay una cola de senegaleses que curran más, hablan menos y no son tan gilipollas. Y ya puestos, te confesó que le caías como una patada en los cojones y que pasaras por la oficina, recogieras el finiquito y te abrieras.

Y ahí estás. Con tus padres y la Jessi. Y su bombo. Y tu coche tuneado que no sacas porque no tienes ni para gasolina. Y ya no marcas paquete ni marcas nada. Y tienes la suerte que no tienen otros. Tienes unos padres que te han acogido y que intentarán educarte otra vez. A tus 27 tacos. Gilipollas.

Lo llevabas marcado a fuego en tu cuerpo. Carne inmisericorde de paro.

Porque es mentira que el paro se geste en las crisis.

En las crisis se agrava, pero gestarse, se gesta en la adolescencia.

Ahora ya lo sabes, chaval.

Tarde. Pero lo sabes.